¿Por qué se
recomienda leer Vaticano III?
Vaticano III va más allá de “El código da Vinci” y “Las sandalias
del Pescador”. Es una novela inquietante con un desenlace arriesgado. La utopía: la liberación de los pobres. El
riesgo: que una masa que supera los
mil trescientos millones de almas se desestabilizase tras el Concilio. Un gesto
que asombrará a todos será el detonante. Las consecuencias: ¿Le dejarían hacer los Poderes que dominan el mundo? ¿Cómo
reaccionaría el Capitalismo? ¿Resurgiría el Comunismo con mayor fuerza? ¿Se
apoderaría de los Mercados el Gigante Chino? ¿Se expandiría el Islam? ¿Cómo respondería Israel al sentirse
amenazado? Una novela que no ha de dejar indiferente ni a creyentes ni a
escépticos, progresistas o conservadores, derechas o izquierdas.
Fragmento de la novela Vaticano
III (capítulo 38).
Los Cardenales estaban reunidos a puerta cerrada en la
residencia del Secretario de Estado. La conversación entre el
representante de la Cancillería norteamericana y el Jefe de la
diplomacia vaticana había alcanzado la crispación y sus palabras penetraban
como puñales en el sentir de los eclesiásticos.
-
…¡Y
debo advertirle, señor Secretario, que el
Presidente me ha autorizado a conminarle que, si se lleva a cabo el
pronunciamiento, ni nosotros ni nuestros socios lo aceptaríamos
pasivamente!
A ustedes les avala su autoridad
moral, pero a nosotros nos sostiene el dinero, la influencia y el poder. ¿Es
que Roma quiere arriesgarse a volver a
las catacumbas?
Vitelino, viejo zorro en el arte de la política palideció al
escucharle.
-
¿A
dónde quiere ir a parar, señor Secretario?- acertó a decir.
-
Se
lo diré con toda franqueza, señor Cardenal. Si el Pontífice no da marcha atrás
es muy posible que se produzca el solivianto y la ruptura entre los fieles que
se extienden por todo el mundo e incluso que se llegase a producir un cisma. No
es éso cosa nuestra, pero sí que esa masa descontrolada a la que él se refiere como “los pobres” pueda
poner en riesgo el orden
constituido y peligrasen los valores de
Occidente. El mundo es como un inmenso tablero de dominó donde las fichas están
íntimamente relacionadas. Si cae la
primera, arrastrará al resto.
-
Me
temo no entenderle…-dubitó perplejo.
-
Si alteran su esencia para convertirse en un
no se sabe qué, otras fuerzas podrían ocupar el espacio- precisó-Parte de los
fieles desilusionados podrían ser captados por el viejo comunismo y Rusia ansía
volver a ser la cabeza de gigante que ya fue. Otra parte podría ser absorbida
por el Islam, que trataría de borrar del mapa a su eterno enemigo. ¿Qué cree
usted que podría pasar si los judíos se sintiesen realmente amenazados, disponiendo de un arsenal…?
-
¡Pero
eso es llevar las cosas demasiado lejos!- protestó sin dejarle concluir, detectándose en sus
pupilar la misma incertidumbre que embargaba el ánimo de sus compañeros, que se
esforzaban por mantener el más absoluto silencio.
-
Aún
no he acabado. Tras forjar Rusia un nuevo imperio y extenderse el Islam,
incendiándose el Oriente Medio, el peligro vendrá de Asia. Los chinos, sí. El
gigante asiático espera asestar al sistema capitalista el zarpazo y hacerse con
el control de los mercados internacionales, mientras que nosotros, bastante
ocupados estaríamos con procurar controlar la nueva situación de guerra fría o
caliente. Todo ello significaría el fin de la sociedad que conocemos y por la
que hemos luchado juntos durante tanto tiempo.
Económicante, Occidente podría hundirse y la Media Luna enseñorearse por
todo el orbe.
-
¡Un
cuadro desolador!- hubo de reconocer el purpurado.
-
Ustedes
tienen el tarro de pandora en sus manos. Y ése es el riesgo si deciden abrirlo
¡Deben convencer por todos los medios a su Santidad para que no lo haga!
De la misma manera que el chasquido seco del rayo rasga
amenazante el firmamento, aquellas palabras se les antojaron a todos sin
excepción como una admonición.
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Presentación Vaticano III
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